sábado, 28 de noviembre de 2009
RAPSODIA EN AGOSTO
UNA NUBE QUE MIRA CON FULGOR.
SOMBRA CALCINANTE DEL PASADO
Jenny Arcila
Ana Maria Martinez
Yesid Gaitán
Rapsodia en Agosto es un fantasma que se cuela desde el pasado, con todo el poder calcinante que tuvieron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, desde las nubes, cual espectro a punto de cobrar cuerpo, aterroriza trayendo el fuego destructor del pasado, la nube recuerda la imagen de la destrucción, el ojo pretérito que aun mira, como pidiendo no olvidar, y obligando a detenerse en silencio a contemplar la fotografía de la muerte.
Esta foto es remembrada por la abuela cuando mira detrás de las montañas y sus ojos, su gesto se cargan de dolor y miedo, las nubes son una constante marca en el cine de Akira Kurosawa y en esta película recorren prólogo y desenlace de la historia, las nubes de la muerte evocan el ojo químico que calcinó a cientos de japoneses el 9 de Agosto de 1945 sobre la ciudad de Nagasaki, representan premonición y recuerdo, de ahí que el director ponga el sello del terror cuando su nombre aparece en pantalla.
Pero como el terror es amilanado por el olvido, la historia transcurre 40 años después de lo sucedido y todo parece superado, esta indiferencia la protagonizan los padres de los muchachos quienes hipócritamente obvian el suceso por mantener una diplomacia avara con su pariente norteamericano, relación que vendría a significar la posición de Japón luego de los bombardeos pues no le quedo más salida que la rendición con sus clausulas de intervención estadounidense, de hecho este signo es representado también por los constantes silencios que en la película se presentan, que pueden significar la pasividad de Japón luego de su rendición pero también constituye un elemento de la cultura japonesa que responde a su idiosincrasia religiosa, la abuela permanece una hora frente a una amiga discurriendo sin pronunciar una sola palabra ¿hablaran el lenguaje de la guerra? O ¿será el silencio de la muerte, del luto? O ¿el espíritu budista que recorre todo el film?
En los momentos en que la abuela se encuentra orando con sus amigas la imagen se llena de rito, una cabaña apartada, incienciarios, los nombres de sus muertos escritos y colgados sobre una pared, y de misticismo cuando una fila de hormigas que guiadas hacia una flor obtienen la atención del niño y el americano produciéndoles un éxtasis de unión con la naturaleza, la canción “Y el muchacho una rosa vio (…) asustado por el color sucumbió/ a una fascinación sin fin” acompaña y le da fuerza a la significación espiritual que la imagen guarda.
Se presentan otra serie de signos que, de la manera como están organizados, estructuran la critica que Kurosawa esta haciendo de la filtración cultural de los Estados Unidos en Japón, filtración que según la imagen, se naturaliza en las practicas cotidianas, esto lo vemos en las camisetas que usan los nietos de la abuela, cuyos estampados rezan: New York, Broadway, Company Club Our gang, y en la dependencia económica respecto a los proyectos financieros de los padres, sin embargo estos signos de transculturación conviven con elementos típicos del país ejemplo de ello son el comedor, la casa de la abuela, las oraciones budistas, la lengua Katakana, la abuela misma, estos contrarios corresponden a un sintagma paralelo. Otros sintagmas de este tipo recorren la película bajo la alternancia de los siguientes signos: Japón versus Estados Unidos, la casa de la abuela versus la ciudad de Nagasaki, el campo versus la ciudad, el pasado de la bomba física y el presente de la bomba psicológica porque este suceso sirvió, a parte de finalizar con la segunda guerra mundial, como arma psicológica para crear y mantener el terror.
Así el movimiento pendular del film también oscila entre una quinésica aterrada y abstraída por parte de la abuela y la de sus nietos, quienes al ser más jóvenes son curiosos y se sienten extrañados ante algunos de sus comportamientos, pues las actitudes típicas de la anciana obedecen a una cosmovisión oriental tradicional, mientras que sus nietos ya han sido permeados por actitudes enteramente occidentales, así la llaman testaruda por no querer ir a Hawái o comprar una lavadora; esta clase de cosas son las que, bajo una visión capitalista, satisfacen y ofrecen felicidad a una persona. Más notoria es esta actitud de los nietos al momento de ver las fotos y recibir la invitación, ya que la admiración por la mansión y la limusina de los americanos choca con el deseo de la abuela de pasar las vacaciones en casa con sus nietos.
El irreversible designio que comúnmente exalta la quinta sinfonía de Beethoven (tocada por Teteo cuando se ufanan los nietos de su viaje a Hawái) parece ser la marca que instaura Kurosawa como señal de la completa y futura pérdida de la relación y conocimiento de estos niños hacia las tradiciones y visiones orientales del mundo; que van en detrimento desde la generación de sus padres y terminarán cuando estos crezcan y olviden los terribles sucesos que ocasionó la bomba y Estados Unidos a Japón.
Así, al ser los personajes más relevantes de la película, los nietos son quienes se debaten entre ese mundo permeado por occidente y el que descubren en casa de su abuela, donde la configuración de todas las cosas tiene un aire budista y/o sintoísta. Desde la arquitectura hasta las actitudes y acomodación en la mesa dejan ver cómo la cosmovisión de la abuela choca con la de sus nietos, ellos por ser los invitados son sentados por su abuela de tal modo que se guarda una armonía, y la composición de la imagen que logra captar la cámara deja ver un equilibrio logrado con la ubicación de los personajes, lo que permite verlos a todos en un solo plano. Situación contraria sucede durante la cena de los adultos, a quienes se muestra desordenados y despreocupados, en posiciones diferentes a las que se adoptan tradicionalmente en Japón a la hora de ir a la mesa, muestra de un total abandono de sus tradiciones.
Es pues la abuela calva la que parece soportar la carga más pesada de todos los personajes, pues fue quien vivió el episodio de la bomba, y por ello la calvicie es la imagen que constantemente genera un punctum, pues genera la sensación de algo que falta, que ha sido perdido a causa de un episodio bélico que marcó tanto la historia mundial cómo la vida de este personaje, que incapaz de olvidar, una noche de lluvia trata de proteger a sus nietos de la bomba con unas sabanas blancas, pues “muchos de los que sobrevivieron llevaban puesto algo blanco”. Lluvia que hace que la película termine de forma contundente, al haber sido cargada en las pesadas nubes que no abandonan la conciencia de la abuela, del mundo y de todos aquellos quienes conocen la historia de Nagasaki, nubes que dan comienzo a la historia y que al final se convierten en agua que cae, incesante e imponente, que no deja olvidar ni cerrar este episodio, así el apretón de manos entre la abuela y su pariente americano pretenda saldar esta calcinante deuda del pasado.
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